En vida de mis padres tenían una gran relación con mio tio Alipio, hermano de mi padre, y su esposa Eugenia que vivían en Salamanca. Se veían bastante, y cuando mis tíos venían a casa siempre traían algún obsequio para ellos.
Recordé hace poco cuando me encontré con su nieta, unas rosquillas que traía mi tía y que estaban envueltas en azúcar y moldeadas de una forma diferente a cómo las hacía mi madre.
Mi madre y ella intercambiaban con frecuencia, secretos familiares de cocina y en alguna ocasión ví a mi madre hacer estas rosquillas, pero no estuve atenta y no me quedé con la receta que parece ser, heredó la mujer de su hijo.
Hoy la traigo aquí gracias a la colaboración de su nieta Geni. Muchas gracias.
Hice algunas modificaciones en la receta, siempre prefiero utilizar mis medidas habituales para no equivocarme por si varía el tamaño del huevo por ejemplo, incluso le puse más azúcar, más aguardiente y más agua. Por supuesto hice las que se corresponderían a la mitad de la receta porque no conviene pasarse en esto de los dulces.
6 huevos
12 cucharadas de azúcar
6 medios cascarones de aceite de girasol
2 sobres de levadura química (Royal)
2 medios cascarones de agua
2 medios cascarones de aguardiente
1.200 g. de harina aproximadamente
(Mis ingredientes)
3 huevos
9 cucharadas de azúcar
3 cucharadas de aguardiente
6 cucharadas de aceite de girasol
1 sobre de levadura royal
600 g de harina (aumente líquidos y hay que aumentar harina)
600 g de harina (aumente líquidos y hay que aumentar harina)
Elaboración
Batimos los huevos con el azúcar y el aguardiente; deben estar muy bien batidos: al coger el batidor en el aire, deben hacerse rayas cuando caiga la masa dentro del recipiente.
A continuación se añaden el aceite y el agua para unirlos bien con la mezcla anterior.
Procedemos después poco a poco, a mezclar la harina, - previamente tamizada junto a con la levadura - con el resto de ingredientes que tenemos preparados, primero haciéndolo con una cuchara y luego volcando sobre la mesa de trabajo enharinada y amasando.
Como he indicado con otras rosquillas de sartén que he publicado con anterioridad, para saber cuándo está la masa en su punto, tenemos que fijarnos que la masa no sea pegajosa y no pasarnos con la harina, para lo que iremos "metiendo el dedo índice", hasta que no se pegue, pero el hueco que hacemos se cierre rápidamente.
Dejamos reposar la masa tapada con un paño, media hora aproximadamente.
Para formar las roscas en este caso, se hace de forma diferente a como yo las hago habitualmente: Se hacen dos bolas del tamaño de una bola de golf y se colocan una encima de la otra, y hacemos un agujero bastante grande en medio de las dos bolas, que estiraremos para que al freírlas no se cierren.
Batimos los huevos con el azúcar y el aguardiente; deben estar muy bien batidos: al coger el batidor en el aire, deben hacerse rayas cuando caiga la masa dentro del recipiente.
A continuación se añaden el aceite y el agua para unirlos bien con la mezcla anterior.
Procedemos después poco a poco, a mezclar la harina, - previamente tamizada junto a con la levadura - con el resto de ingredientes que tenemos preparados, primero haciéndolo con una cuchara y luego volcando sobre la mesa de trabajo enharinada y amasando.
Como he indicado con otras rosquillas de sartén que he publicado con anterioridad, para saber cuándo está la masa en su punto, tenemos que fijarnos que la masa no sea pegajosa y no pasarnos con la harina, para lo que iremos "metiendo el dedo índice", hasta que no se pegue, pero el hueco que hacemos se cierre rápidamente.
Dejamos reposar la masa tapada con un paño, media hora aproximadamente.
Para formar las roscas en este caso, se hace de forma diferente a como yo las hago habitualmente: Se hacen dos bolas del tamaño de una bola de golf y se colocan una encima de la otra, y hacemos un agujero bastante grande en medio de las dos bolas, que estiraremos para que al freírlas no se cierren.
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