Cuando hago pollo la parte que más les gusta a mis hijos es la pechuga y por tanto no queda ninguna pieza sobrante, en cambio cuando estamos sólos es siempre lo que queda o se come con menos gusto.
Para evitar eso, hoy he hecho una quiche de pollo y ha tenido un resultado espectacular, creo que incluso la repetiré aunque para ello tenga que preparar previamente pechuga.
1 lámina de masa quebrada. (si preferís podéis hacerla, pero a mi me resulta más rápido la comprada, y sale estupenda). 1/2 pechuga (resto de un pollo de corral)
1 cebolla
3 huevos
1 vasito de leche desnatada
Queso para gratinar
Elaboración
Precalentamos el horno a 200º C, con calor arriba y abajo.
Cortamos la cebolla en brunoise, y ponemos a pochar a fuego mediano, evitando que se nos dore.
Mientras la cebolla se pocha, en un molde apto para quiché, - no debe ser demasiado alto- ligeramente engrasado, ajustamos la masa y preparamos, pinchando con un tenedor para impedir que luego al cocinarla se levante y quede bien hecha.
Cortamos y troceamos el pollo, y mezclamos con un poco de la salsa que nos ha sobrado del guiso y añadimos la cebolla cuando esté pochada y escurrida previamente el aceite de pocharla con un colador. (Yo lo he picado en la thermomix a velocidad 4, que es más rápido).
Ponemos la mezcla sobre la masa quebrada que tenemos colocada en el molde.
Batimos los huevos bien batidos y volcamos sobre la mezcla. Añadimos el vasito de leche descremada procurando que se mezcle bien con el huevo batido, y cubrimos con queso rallado. (Utilizo queso grana padano para los quiches, salvo en el caso, como ha sido hoy, que no tenía en casa).
Ponemos al horno y dejamos hasta que esté dorado. Antes de sacarlo del horno comprobamos pinchando con un palillo (debe salir limpio), y retiramos del horno si ya está hecho.
El resultado es sorprendente, es de los mejores quichés que he tomado. Es muy sabroso y muy rico.
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