Este es un plato que se prepara en poco tiempo con buen resultado y por poco dinero.
Muchas veces, nos complicamos demasiado y hacemos platos elaboradísimos que requieren de mucho tiempo y esfuerzo en la cocina. Este plato no requiere esfuerzo y nos puede servir para un día especial. La salsa es una auténtica maravilla y se prepara en un momento.
Ingredientes
1 solomillo de cerdo
1 cebolla mediana cortada en brunoise
200 ml de vino blanco
200 ml de agua o caldo que hacemos con 1/2 cubito
1 cucharada de harina de trigo (15 g)
Sal y pimienta negra molida
Ingredientes
1 solomillo de cerdo
1 cebolla mediana cortada en brunoise
200 ml de vino blanco
200 ml de agua o caldo que hacemos con 1/2 cubito
1 cucharada de harina de trigo (15 g)
Sal y pimienta negra molida
aceite de oliva
1/2 cubito de caldo de carne (opcional)
Una pizca mínima de colorante alimentario si queremos darle un color dorado.
Elaboración
Lo primero que hemos de hacer es preparar el solomillo. Retiramos con una tijera los restos de grasa y las telas que pueda tener. Cortamos en medallones de aproximadamente un centímetro y medio de grosor y los aplanamos un poco con una maza de madera o un cuchillo.
Marcamos los medallones en una sartén, poniendo en una sartén al fuego un buen chorro de aceite de oliva virgen extra y colocamos los solomillos. Hay que marcarlos sin dejar que se cocinen por dentro. Retiramos a un plato cuando estén marcados por las dos caras.
Ahora vamos a preparar la salsa. En una cazuela, sofreímos la cebolla en el mismo aceite (yo le pongo un poco de sal para que la cebolla suelte sus jugos), y añadimos una cucharadita de harina cuando la cebolla empiece a dorarse. Añadimos el vino blanco y el caldo. Dejamos que hierva a fuego lento hasta que reduzca el alcohol. Tras unos diez minutos en el fuego, la salsa ya habrá empezado a espesar. Trituramos la salsa y si nos parece demasiado espesa, agregamos un poco de agua.
Lo primero que hemos de hacer es preparar el solomillo. Retiramos con una tijera los restos de grasa y las telas que pueda tener. Cortamos en medallones de aproximadamente un centímetro y medio de grosor y los aplanamos un poco con una maza de madera o un cuchillo.
Marcamos los medallones en una sartén, poniendo en una sartén al fuego un buen chorro de aceite de oliva virgen extra y colocamos los solomillos. Hay que marcarlos sin dejar que se cocinen por dentro. Retiramos a un plato cuando estén marcados por las dos caras.
Ahora vamos a preparar la salsa. En una cazuela, sofreímos la cebolla en el mismo aceite (yo le pongo un poco de sal para que la cebolla suelte sus jugos), y añadimos una cucharadita de harina cuando la cebolla empiece a dorarse. Añadimos el vino blanco y el caldo. Dejamos que hierva a fuego lento hasta que reduzca el alcohol. Tras unos diez minutos en el fuego, la salsa ya habrá empezado a espesar. Trituramos la salsa y si nos parece demasiado espesa, agregamos un poco de agua.
Si queremos que el solomillo gane en sabor, podemos disolver 1/2 cubito de caldo de carne en el agua. Yo no lo hice y la salsa quedó muy rica.
Añadimos el solomillo a la cazuela para que se acaben de cocinar por dentro. Probamos el punto de sal. A los 3 o 4 minutos, retiramos del fuego. Servimos.
Este plato podemos hacerlo con anterioridad, de hecho yo suelo cocinar a primera hora de la mañana para luego salir a dar un paseo y aprovechar para hacer compra. Teniendo eso en cuenta, y que luego deberéis recalentarlo, tendremos el solomillo menos tiempo hirviendo en la salsa o incluso dejar ese paso para la hora de comer. Se trata de que el solomillo quede en su punto y quede jugoso.
Podemos presentar todos los medallones en una bandeja con un poco de salsa de encima y poner el resto de la salsa en una salsera y que cada cual riegue el solomillo a su gusto.
Podemos presentar todos los medallones en una bandeja con un poco de salsa de encima y poner el resto de la salsa en una salsera y que cada cual riegue el solomillo a su gusto.
Esta riquísimo y es muy facil de hacer. Gracias.
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