En León por suerte, quedan muchos ríos en los que aún se pueden pescar truchas. Cada vez menos, es verdad, la intervención de pescadores furtivos que además utilizan métodos prohibidos obstaculiza la acción de ICONA, el organismo encargado de conservar en lo posible, el medio ambiente. Para nuestra desgracia, esto ha contribuído al crecimiento desmesurado de algunas especies de caza y no ha mejorado en demasía los rios.
Cuando era niña, había varias especies en el río: barbos, gallegos y cangrejo que desapareció con la introducción del cangrejo americano, (trajo enfermedades que terminaron con los autóctonos, que se reproducían más lentamente pero eran infinitamente más ricos), y recuerdo escuchar a mi padre que cuando el, era joven, había incluso anguilas.
Para pescar cangrejos, eran necesarios pocos útiles, simplemente ibas a bañarte al río y si metías la mano debajo de las piedras, encontrabas cangrejos suficientes para hacer un arroz. Curiosamente ese tipo de pesca, que practicábamos casi todos los niños, no afectaba a la abundancia de la especie
En la actualidad en el río Órbigo, únicamente está permitida la pesca deportiva, que obliga a devolver al río los ejemplares capturados, a fin de conseguir una recuperación de la especie.
Por eso que ahora, se comen truchas compradas en una piscifactoría que utiliza agua del mismo río. Puede parecer mentira, pero existe una gran diferencia con la trucha que puedes comprar en cualquier pescadería de Madrid.
Sabido es que el hombre siempre ha sabido utilizar sus recursos más próximos para alimentarse, y en mi tierra no iban a ser menos. En la utilización de este plato que viene de antiguo, se utilizan dos ingredientes fundamentales: pan y truchas.
Ingredientes:
1 trucha hermosa (ésta pesó 600 gr.)
Pan del día anterior (si es de hogaza, mejor)
Aceite
Ajos
Perejil
Pimentón
1 hoja de laurel
Sal
Elaboración
Limpiamos bien la trucha, retirando vísceras y agallas y partimos en dos trozos.
En una cazuela de barro, hacemos el pan en lonchas finas (sopas)
y dejamos en reserva.
En otra cazuela de las que habitualmente utilizamos para cocinar, ponemos agua siempre adecuando la cantidad al tamaño de la trucha que vamos a hacer, de forma que la cubra.
Añadimos 3 cucharadas de aceite, 1/2 cucharada de pimentón (si es un poco picante, mejor) y un majado con el ajo, el perejil y la sal que añadiremos al agua con la hoja de laurel.
Cuando el agua rompa a hervir, colocamos la trucha y dejamos cocer hasta que esté hecha, con cuidado de no pasarnos.
Cuando veamos que está hecha, separamos con cuidado y colocamos encima de las sopas que tenemos en la cazuela de barro.
Volcamos el caldo dejando que se empapen bien las sopas, y a comer!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario